Umbrales de la barbarie

Umbrales de la barbarie

PANTALLAZOS DEL SUR
A TODO EL PUEBLO, MUCHAS GRACIAS
PALABRAS DE RAFAEL CORREA, PRESIDENTE DE ECUADOR
Sus palabras luego del tentativo de golpe
30 de setiembre de 2010

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SUS PALABRAS
Y FOTOS


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UMBRALES
¿Podemos y, si se puede, podemos decir que
es alarmante el tentativo de golpe en Ecuador?
¿Dónde empieza el pasado,
dónde el presente?
¿Qué, cuánto, hasta dónde tenemos derecho a recordar,
qué, cuánto, hasta dónde debemos, por ley, olvidar?
¿Existe, cuál es el número umbral de la barbarie,
dónde empieza y dónde termina el pocos?
¿Hay cifras pequeñas, tolerables y justas,
cuáles son las cifras grandes con dignidad de crónica?
¿Son pocos cientosetentaydos desaparecidos uruguayos,
cuál es el umbral, cientosetentayuno o cientosetentaytres?
¿En la Argentina, son muchos treintamil desaparecidos
o es importante verificar si quizás fueron sólo veinticincomil;
son pocos cientodos niños recuperados
o se necesitan mil para confirmar el metódico uso del secuestro?
¿Y, siempre en relación con los umbrales,
cómo se calculan los números mínimos y los números máximos;
qué valor atribuirle a las personas,
cuál es la tabla de equivalencias,
a cuántas unidades personaconderechoshumanos corresponde:
un indígena latinoamericano, un negro africano, un afroamericano,
un musulmán, un ateo, un cristiano, un judío,
una mujer, un hombre, un homosexual, un nomeimportasaberlo,
un joven, un niño, un anciano, un trabajador, un campesino,
un profesor, un analfabeto, un pianista, un pastor,
uno del norte, uno del este, un famoso, un nadie ...?
¿Cuál es el umbral del mal menor y de los daños colaterales,
existen personaconderechoshumanos
por definición incluidas en los males menores de la justicia?
¿Por qué se legisla tanto y para unos pocos,
transformando en justo el olvido;
por qué no es justicia escuchar el recuerdo de tantos?

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Seguramente, aunque muchas veces así nos lo presenten,
el problema de los umbrales no es un problema matemático.
Un problema para el cual existen, sin embargo,
premisas ciertas y matemáticas.
Unos pocos, con nombre y apellido, o con la sigla de su compañía,
deciden por los muchos que, para los pocos,
al máximo llegan a ser siglitas o nombrecitos.
Unos pocos deciden dónde debe empezar el pasado y el presente;
deciden el futuro de todos
pensando sólo en su propio y corto futuro de pocos.
Existen quienes deciden el qué, cuánto y hasta dónde
de los derechos del hombre,
sin mirar a los hombres.
Existen quienes deciden el qué, cuánto y hasta dónde
es digno y tolerable mirar, escuchar y recordar,
sin escuchar a los hombres.
Existen quienes deciden que el umbral es siempre pocos,
quienes resuelven el problema, mágica y matemáticamente:
en términos de umbral, los pocos es siempre más que los muchos.
Los umbrales, calibrados perfectamente
para las sensaciones térmicas y cromáticas,
se transforman en extraños umbrales,
donde las palabras disfrazan y mienten sus significados.
Unos pocos sin fantasía acallan el cantar de los juglares,
crean un nuevo Vocabulario Fantástico:
asesinos, sólo los dignos de la crónica roja o negra
(o con el color que se la llame)
héroes, quienes masacran comunidades indígenas o negras
(o con el color que tengan),
austeridad, la predican banqueros a los ya austeros,
censurados, los pocos que controlan los medios de información,
culpables, los desaparecidos y los pueblos torturados,
víctimas, los responsables de genocidios y culturicidios,
dar trabajo, recibirlo,
trabajador, sólo quien, con permiso, ejerce su derecho,
importante (muy), saber el color de los zapatos que lució la princesa,
importante (poco), saber quiénes y cuántos no tienen zapatos,
pacificar, instalar bases militares en Colombia,
patriotismo, capacidad de ignorar el propio pueblo,
prójimo, yo,
etc. etc. etc.
Se manosea la Palabra
dándole solamente voz a los pocos,
se manosea el Silencio
transformándolo en impunidad para pocos,
se manosea la Justicia
vendándole los ojos para que pueda ser injusta.

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FALTAN,
OCHO LETRAS


Fotografía:
AUSENCIAS
muestra itinerante de
Gustavo Germano
Música:
OCHO LETRAS
de y por el dúo
Larbanois y Carrero

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