Caricias

Caricias. Héctor Tierno


Con los mismos guardapolvos ...
Intervención de estudiantes de Magisterio.
Día del Desaparecido de la Enseñanza
1° de agosto, de 2018.
Sede sindical de Ademu.
Montevideo.

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Caricias

Tenemos muchísimos párpados,
y en lo hondo, y perdidos están los ojos

Julio Cortázar, Papeles inesperados

Caricias del alma –comentó Raquel.

Llevaban acampados más de un mes ante el edificio de la presidencia. ¿Por qué? En defensa del agua ante los continuados tentativos de enajenación de las aguas dulces naturales.

A la carpa se acercaron Lucía y Gabriel.

Les traje algo para compartir –dijo Lucía mientras desenvolvía un paquetito–, es pan casero que hicimos y está todavía calentito. También trajimos un poquito de humus de lentejas, que queda muy rico para acompañar.

Miguel se sonrió y les regaló una de las plantitas con las que él colabora en la lucha por el agua. Era un extraño lenguaje de vida. Me hizo recordar de cuando una muchacha muy joven de una comunidad indígena de Jujuy nos comentó asombrada:

– ¿Pero cómo tienen problemas con el agua?

La pregunta le había salido desde lo más hondo. No podía entender que la avaricia quisiera también enajenarnos el agua, esencialmente vida.

Mónica había cortado en rodajitas el pan casero, untándolo con el humus de lentejas. Miguel había envuelto con cuidado la plantita de regalo. Nos quedamos pensando en ese mundo posible, en un mundo posible con esos lenguajes.

Quise sacar una foto pero no me fue posible.
No lograba penetrar en los intersticios de tanta belleza.

– En lo hondo, y perdidos están los ojos –me susurraron al oído.

Al otro día, en una escuela, Lucía que era maestra, mostró en su clase la plantita que le habían regalado en la carpa del agua. Los niños vieron lo que yo no había podido fotografiar. Tenían ojos y esa plantita es la que en su corazón llevaron para sus casas.

Nuestro Julio Castro, desaparecido por la dictadura, por años trabaja en relación con la escuela rural. Cuántos ojos se abrieron con su deambular por las escuelas; cuántos ojos se siguen abriendo desde allí, desde Toledo, donde lo quisieron acallar.

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(*) Relato en formato .pdf:
Caricias

Por todos ellos
Día del Desaparecido de la Enseñanza
1° de agosto, de 2018.
Sede sindical de Ademu.
Montevideo.

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Abrir en página nueva, audiovisual:
Abuela Grillo

Duración: 10’00”

Cortometraje animado basado en una antigua leyenda ayorea.

Música principal:
Chillchi Parita
compuesta y cantada por
Luzmila Carpio.

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Abrir en página nueva, audiovisual:
Venimos de lejos



Duración: 1h28’49”

Recopilación de cantares de Latinoamérica.
Historias, identidades y sentires de los pueblos.

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Nuestro solo derecho

Nuestro solo derecho. Héctor Tierno


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Nuestro solo derecho

Nuestro solo derecho es empezar otra vez
bajo la luz del sol sereno

Juan Gelman, Otras partes

Ella se curvó nuevamente a la orilla del río y continuó lavando. Tenía los ojos irritados, no podía dejar de pensar en Jimena. Ya no volvería a verla, ya no la tendría nunca más a su lado, con esa fuerza hermosa que tenía, cargando los atados de ropa y haciéndole guiñadas risueñas.

Miguel, el hermano de Jimena, tenía apenas dos años menos que ella y con sus diecisiete años se había ido desde Artigas a Montevideo “para probar suerte” con otros trabajos. Le pesaba demasiado la muerte de su padre en los cañaverales
y por eso le había dicho a Juanita, su madre:

–Voy a probar, mamá, no te preocupes, vas a ver que algún trabajito consigo.

Juanita y Jimena lo habían ayudado a preparar sus cosas la noche antes de su partida para Montevideo. Las dos lloriqueaban, o mejor dicho los tres lloriqueaban, cuando se despidieron en la terminal de ómnibus. Durante todo el viaje Miguel le fue dando vueltas en su corazón a aquellas dos mujeres de su vida, las dos lavanderas desde siempre. En ese largo viaje ya empezó a sentir la falta de esas dos lavanderitas; las imágenes se sucedían lentamente, a ritmo de caricias: su madre ya no tan joven y siempre cobijándolo, con su trabajo y con sus abrazos llenos de cariño; su hermana, un jurguillo, pegadita a su madre mientras lavaban en el río,
cargando y correteando con la ropa.

–Sí Miguel, venite enseguida. Murió Jimena –y su madre estalló en llantos en el teléfono.

Hacía apenas dos años que Miguel estaba en Montevideo. Había hecho todo tipo de changas. Trabajos que le exigían tanto físicamente y que le rendían apenas para subsistir. Le dolía en el alma la lejanía de su tierra, de sus amigos, de su historia, de su padre muerto, de sus dos lavanderitas. Otra vez un largo viaje de vuelta, otra vez mil imágenes de esa su historia, a la que hoy tenía que agregar la muerte de Jimena. Sin saberlo, pensó como su madre:
nuestro solo derecho es empezar otra vez.

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(*) Relato en formato .pdf:
Nuestro solo derecho

reflejos en el río Arno de Florencia, Italia.

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Abrir en página nueva, audiovisual:
Cuando llora la esperanza. Pablo Estramín



Duración: 4’47”

Se muestran imágenes del barrio Nuevo Comienzo
(en Santa Catalina, Montevideo, Uruguay),
una ocupación de terrenos abandonados
que partió en enero de 2020
y que ha sido duramente hostigada.

Audio: Cuando llora la esperanza
Letra y Música: Pablo Estramín.
En la voz del autor.

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Cuando llora la esperanza

Un disparo suena en la noche,
muerte disfrazada de amigo.
Un pibe que pasa corriendo,
con un monedero escondido.

En la esquina fumando base,
con los ojos de roja nube,
buscando aliviar la tristeza,
hay cuatro botijas que curten.

La esperanza llora en la noche
por las calles del rancherío,
con mi canto le hago este poncho
pa’ que no se muera de olvido.

Les mostramos desde la tele
las mansiones, la buena vida,
los banquetes de los famosos,
y ellos con la mesa vacía.

Para protegernos más tarde,
de la realidad que creamos,
los mandamos al calabozo,
para que los caguen a palos.

La esperanza llora en la noche
por las calles del rancherío,
con mi canto le hago este poncho
pa’ que no se muera de olvido.

Cuando salen, vuelven al barrio
al dolor de todos los días,
a los gurisitos descalzos,
al terror de la policía.

No entendemos que la injusticia
es la madre de la violencia,
el garrote no arregla nada.
¡Dignidad, comida y escuela!

La esperanza llora en la noche
por las calles del rancherío,
con mi canto le hago este poncho
pa’ que no se muera de olvido.

La esperanza llora en la noche
por las calles del rancherío,
La esperanza llora en la noche,
¡nunca te me mueras de olvido!

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Galería de imágenes
(*) Album de fotografías:
Tener una vivienda no es delito, es un derecho

Músicas y audiovisuales relacionados:
(*) Listado en formato .pdf:
Música y cantares desde el Uruguay

(*) Lista de audiovisuales:
Música y cantares desde el Uruguay

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