PANTALLAZOS DEL SUR
Niña junto al bidón de petróleo.
George Osodi,
Proyección digital de 200 diapositivas:
Oil Rich Niger Delta
(Expo Subte Municipal de Montevideo - 2010)
George Osodi,
Proyección digital de 200 diapositivas:
Oil Rich Niger Delta
(Expo Subte Municipal de Montevideo - 2010)
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PECADOS DE REBELIÓN
HISTORIAS DE ORDINARIA UTOPÍA
LA REBELIÓN NEGRA DE PALMARES
1694
Macacos, Brasil La última expedición contra Palmares
Las llamas devoran la capital de Palmares ... se ven los resplandores de la gigantesca fogata, que arde durante toda la noche. Quemar hasta la memoria. Los cuernos de caza no cesan de anunciar el triunfo. El jefe Zumbí, herido, ha conseguido escapar. Desde los altos picos llega a la selva.
Deambula por los túneles verdes, en la espesura, buscando a los suyos.
1695
Serra Dois Irmãos Zumbí Los soldados clavan la cabeza en la punta de una lanza y la llevan a Recife ... Sueñan los vencidos con Zumbí; y el sueño sabe que mientras en estas tierras un hombre sea dueño de otro hombre, su fantasma andará. Cojeando andará, porque Zumbí era rengo por culpa de una bala; andará tiempo arriba y tiempo abajo y cojeando peleará en estas selvas de palmeras y en todas las tierras del Brasil. Se llamarán Zumbí los jefes de las incesantes rebeliones negras.
*De Eduardo Galeano, Memoria del fuego (I), Los nacimientos,
Ediciones del Chanchito, Uruguay, octubre 1987,
(publicación original de Siglo Ventiuno), pp. 310, 311.
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HAITÍ DANZAS Y CANTARES NEGROS
LA PRIMERA INDEPENDENCIA LATINOAMERICANA
Me quemo como leña. Mis piernas se quiebran como cañas.
Ningún plato me tienta la boca.
El más ardiente trago se hace agua. ... ... ...
Ven a liberar de su jaula al pájaro hambriento.
1791
Los conjurados de Haití
Al amparo de los dioses de la guerra y
del fuego, doscientos negros cantan y danzan el juramento de la libertad. En la
prohibida ceremonia de vudú, luminosa de relámpagos, los doscientos esclavos
deciden convertir en patria esta tierra de castigo.
1794
Haití en París
“El remedio del hombre es el hombre”, dicen los negros sabios, y bien lo saben los dioses. Los esclavos de Haití ya no son esclavos. Durante cinco años, la revolución francesa se había hecho la sorda. En vano protestaban Marat y Robespierre. La esclavitud continuaba en las colonias: no nacían libres ni iguales, a pesar de la Declaración de los Derechos del Hombre, los hombres que eran propiedad de otros hombres en las lejanas plantaciones de las Antillas. Acosado por la insurrección negra, que encabeza Toussaint Louverture, el gobierno de París decreta, por fin, la liquidación de la esclavitud.
1794
Toussaint Louverture Espartaco negro
En París lo llaman el Espartaco negro. Toussaint Louverture tiene cuerpo de renacuajo y los labios le ocupan casi toda la cara. Era cochero de una plantación. Un negro viejo le enseñó a leer y a escribir, a curar caballos y a hablar a los hombres; pero solito aprendió a mirar no solamente con los ojos, y sabe ver el vuelo en cada pájaro que duerme.
1802
Mar de las Antillas
“Ningún hombre, nacido rojo, negro o blanco, puede ser propiedad de su prójimo”, había dicho Toussaint Louverture. Ahora la flota francesa trae la esclavitud a las Antillas. Más de cincuenta naves, más de veinte mil soldados, vienen desde Francia a devolver el pasado a cañonazos.
1803
La isla requemada
Toussaint Louverture, jefe de los negros libres, murió prisionero en un castillo de Francia. Pero la vida de Haití ha mudado de cuerpo y sin Toussaint el ejército negro ha vencido a Napoleón Bonaparte. Veinte mil soldados franceses han caído por degüello o fiebre. Vomitando sangre negra, sangre muerta, se desplomó el general Leclerc, y fue su mortaja la tierra que él había querido avasallar. Haití ha perdido a la mitad de su población. ... Sobre la tierra humeante, los que fueron esclavos proclaman la independencia. Francia no perdonará la humillación.
*De Eduardo Galeano, Memoria del fuego (II), Las caras y las máscaras,
edición citada, pp. 90, 93, 94, 112, 114.
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Ningún hombre, nacido rojo, negro o blanco,
puede ser propiedad de su prójimo.
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LOS PECADOS DE HAITÍ
La tradición racista
Estados Unidos invadió Haití en 1915 y gobernó el país hasta 1934. Se retiró cuando logró sus dos objetivos: cobrar las deudas del City Bank y derogar el artículo constitucional que prohibía vender plantaciones a los extranjeros. Entonces Robert Lansing, secretario de Estado, justificó la larga y feroz ocupación militar explicando que la raza negra es incapaz de gobernarse a sí misma, que tiene “una tendencia inherente a la vida salvaje y una incapacidad física de civilización”. Uno de los responsables de la invasión, William Philips, había incubado tiempo antes la sagaz idea: “Este es un pueblo inferior, incapaz de conservar la civilización que habían dejado los franceses”. [...]
La humillación imperdonable
En 1803 los negros de Haití propinaron tremenda paliza a las tropas de Napoleón Bonaparte, y Europa no perdonó jamás esta humillación infligida a la raza blanca. Haití fue el primer país libre de las Américas. Estados Unidos había conquistado antes su independencia, pero tenía medio millón de esclavos trabajando en las plantaciones de algodón y de tabaco. Jefferson, que era dueño de esclavos, decía que todos los hombres son iguales, pero también decía que los negros han sido, son y serán inferiores.
La bandera de los libres se alzó sobre las ruinas. La tierra haitiana había sido devastada por el monocultivo del azúcar y arrasada por las calamidades de la guerra contra Francia, y una tercera parte de la población había caído en el combate. Entonces empezó el bloqueo. La nación recién nacida fue condenada a la soledad. Nadie le compraba, nadie le vendía, nadie la reconocía.
El delito de la dignidad
Ni siquiera Simón Bolívar, que tan valiente supo ser, tuvo el coraje de firmar el reconocimiento diplomático del país negro. Bolívar había podido reiniciar su lucha por la independencia americana, cuando ya España lo había derrotado, gracias al apoyo de Haití. El gobierno haitiano le había entregado siete naves y muchas armas y soldados, con la única condición de que Bolívar liberara a los esclavos, una idea que al Libertador no se le había ocurrido. Bolívar cumplió con este compromiso, pero después de su victoria, cuando ya gobernaba la Gran Colombia, dio la espalda al país que lo había salvado. Y cuando convocó a las naciones americanas a la reunión de Panamá, no invitó a Haití pero invitó a Inglaterra.
Estados Unidos reconoció a Haití recién sesenta años después del fin de la guerra de independencia, mientras Etienne Serres, un genio francés de la anatomía, descubría en París que los negros son primitivos porque tienen poca distancia entre el ombligo y el pene. Para entonces, Haití ya estaba en manos de carniceras dictaduras militares, que destinaban los famélicos recursos del país al pago de la deuda francesa: Europa había impuesto a Haití la obligación de pagar a Francia una indemnización gigantesca, a modo de perdón por haber cometido el delito de la dignidad.
La historia del acoso contra Haití, que en nuestros días tiene dimensiones de tragedia,
es también una historia del racismo en la civilización occidental.
*De Eduardo Galeano, Los pecados de Haití,
artículo, Brecha, Montevideo, 26 de julio de 1996.
Artículo completo en la página
Los pecados de Haití
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HAITÍ VOLVERÁ
Volverá y vuelve, con su antiguo cantar,
con su antigua lucha, volverá y vuelve,
“Ningún hombre, nacido rojo, negro o blanco,
puede ser propiedad de su prójimo”,
dijeron y dicen, ellos,
que construyeron el primer país libre
de América Latina.
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Abrir en página nueva,
audiovisual (7’20”),
HAITÍ VOLVERÁ
fotografía y realización de Roberto Chile.
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Un gracias muy especial al pueblo cubano, solidario con el haitiano inmediatamente después del terremoto,
y solidario luego, sosteniendo casi con sus solas fuerzas la lucha contra el cólera.
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