RAÍCES
Tristezas y dolores,
alegrías intensas, vividas en otras tierras
no bastaron para generar raíces
-al menos tan profundas, retorcidas
y apretadas a las piedras subterráneas-
como éstas que me adhieren,
vitales, a un trocito muy pequeño
de este mapa americano.
*
Historias de juglares y ordinaria utopía.
Raíces, una poesía de Gonzalo Pérez Iribarren (Uruguay).
RAÍCES
Las raíces, ¿qué son?
¿serán sólo los recuerdos
de paisajes, de olores y colores,
de imágenes bucólicas
o de agitadas efervescencias juveniles?
¿Consistirán en la memoria vital
de las uvas madurando en febrero,
del sabor de los higos llenos de miel
o de las tardes de arroyos
con bogas y bagres,
tironeando de la línea
y arrastrando suavemente la chalana
por el espejo del cielo y de los sauces?
¿Tanto poder poseerán
aquellas noches junto
a un hogar de leña
mientras el frío
soplaba con fuerza y agua
golpeando vidrios y tejados,
y un padre conversaba con nosotros
entre el crepitar de las llamas
y el del mate,
o la figura de nuestra madre,
tejiendo silenciosa
las bufandas y levantándose
a mirar nuestras tareas escolares?
¿Habrán desarrollado
y endurecido sus tentáculos
aferrados al suelo y al subsuelo,
a piedras y terrones,
las largas caminatas por la orilla
del río grande,
las noches de los fuegos de artificio
de las fiestas patronales,
las charlas de café con compañeros,
las guitarreadas nocturnas
del sábado y domingo,
los plátanos callejeros,
plenos de nudos y cáscaras,
blancos y negros entre la neblina
con luces irisadas
al acompañar al amigo,
(por décima vez)
hasta su casa en la medianoche
ciudadana?
¿Se habrán nutrido con las violetas
humildemente decididas a otorgar
su perfume clandestino
en los jardines de las tías y la abuela,
o con el amarillo de aquellas rosas
enormes que sólo sabía colorear
aquel viejo vecino?
Tronco en llanto
*
Tristezas y dolores,
alegrías intensas, vividas en otras tierras
no bastaron para generar raíces
-al menos tan profundas, retorcidas
y apretadas a las piedras subterráneas-
como éstas que me adhieren,
vitales, a un trocito muy pequeño
de este mapa americano.
¿No llovió a tiempo,
faltaron los abonos,
el trabajo de la pala o del arado?
A mis ignorancias sumo ésta:
no saber qué son, cómo nacen
y crecen, y se arraigan
(justamente en mundos lejanos,
fuera de su nutriente natural)
estas mis raíces afirmadas
en mi tierra.
Sólo intuyo que mi ser es campesino;
que dejaré mi cuerpo fertilizando
la tierra que me vió nacer.
Hasta que, recuperado mi cadáver
para mí,
se reconozca hasta en la piel,
por el color de la arcilla de la arena
que, tantos otros,
tendrán junto conmigo.
Gonzalo Pérez Iribarren
17 de enero de 1983
Crepúsculo en Carmelo,
sobre el río Uruguay
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Raíces
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