Correspondencias (algunas de las que he encontrado)
Crece, infinita,
etérea, eterna,
se hincha, robusta,
escurridiza,
temporal y presente,
erguida, se inclina,
recuerda, memoria,
memora, solemne,
épica, divina,
celestial,
cal y piedra.
Pide, representa, delegada,
se injerta, araña, insiste,
quiere, pretende, desea,
aspira, propone,
sin brazos abraza,
protege, cobija, abriga,
sube, se trepa,
por el cielo pasea,
nubes, caricias,
quieta se queda.
Torre, torreta, torreón,
ella, él,
¡como tú, torre,
yo, de grande,
quisiera ser!
«-»
Torres
Secuencia de imágenes a las que acompañan
la guitarra de Oscar Perna.
El sonido y la voz de la imagen;
la palabra-imagen de la música.
Todas las torres,
actoras de esta presentación,
viven en Italia.
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Torres Apuntando al cielo con la guitarra de Oscar Perna
Música
Enriqueta (fragmento, habanera),
de Carlos García Tolsa,
y Mujer (música flamenca),
de Oscar Perna,
interpretadas en guitarra por Oscar Perna,
“el Pajarito del Monte”.
Se trata de interpretaciones inéditas del guitarrista uruguayo Oscar Perna, quien vivió los últimos años de su vida en General Pico, Provincia de la Pampa, Argentina, donde se había exiliado en tiempos del terrorismo de Estado en Uruguay, y donde también sufrió secuestro, cárcel y persecución por parte de la dictadura argentina.
Por la edición de ésta como de otras piezas musicales inéditas de Oscar Perna, agradecemos en particular la intervención de Rubén Olivera y del Estudio La Mayor de Montevideo, gracias a quienes pudieron recuperarse las antiguas grabaciones.
¿De qué se nutre la nostalgia?
Uno evoca dulzuras
cielos atormentados
tormentas celestiales
escándalos sin ruido
paciencias estiradas
árboles en el viento
oprobios prescindibles
bellezas del mercado
cánticos y alborotos
lloviznas como pena
escopetas de sueño
perdones bien ganados
pero con esos mínimos
no se arma la nostalgia
son meros simulacros
la válida la única
nostalgia es de tu piel.
Una nube de niños
sin mañana y sin nombre
llegan al desamparo
saludando a la muerte.
Naufragan en la sed
y se hartan en el hambre.
Sobre sus cenicientas
y resecas molleras
van cruzando las noches
y los cielos sin lluvia
y asimismo los jumbos
con altos dignatarios.
Quizás éstos aprovechen
la larga travesía
para repasar
su discurso promedio
sobre los terrorismos
y sobre la lejana
mortandad infantil
del tercer mundo.
Mientras tanto los niños
sin mañana y sin nombre
empachados de hambre
y náufragos de sed
se despiden por fin
del abandono
en los brazos
piadosos de la muerte.
Es probable que venga de muy lejos
no sé quién es ni a dónde se dirige
es sólo una mujer que se muere de amor
se le nota en sus pétalos de luna
en su paciencia de algodón / en sus
labios sin besos u otras cicatrices /
en los ojos de oliva y penitencia
esta mujer que se muere de amor
y llora protegida por la lluvia
sabe que no es amada ni en los sueños /
lleva en las manos sus caricias vírgenes
que no encontraron piel donde posarse /
y / como huye del tiempo / su lujuria
se derrama en un cuenco de cenizas
Las piernas de la amada son fraternas
cuando se abren buscando el infinito
y apelan al futuro como un rito
que las hace más dulces y más tiernas
pero también las piernas son cavernas
donde el eco se funde con el grito
y cumplen con el viejo requisito
de buscar el amparo de otras piernas
si se separan como bienvenida
las piernas de la amada hacen historia
mantienen sus ofrendas y enseguida
enlazan algún cuerpo en su memoria
cuando trazan los signos de la vida
las piernas de la amada son la gloria.
De vereda a vereda
nos saludamos torpes,
no queremos saber
los quebrantos del otro...
Estamos más gastados,
más tristes, menos dóciles,
más esquivos y tensos.
De vereda a vereda
nos sentimos perdidos,
y nos amilanamos
disimuladamente...
Sin raíz y sin diáspora
como fuimos y somos,
como ya no seremos.
De vereda a vereda
uno en sol, otro en sombra,
todavía canjeamos
miradas en la niebla...
El silencio madura
los guiños del pasado,
uno en sombra, otro en sol.
De vereda a vereda
nos buscamos el alma,
cuando el cielo era nuestro
y la noche era estrellas.
Duelen algo los huesos
y el deseo y los nombres,
con la vista cansada
nos buscamos el alma.
¿Dónde están los que fuimos?
Descontemos los muertos,
que ya son transparentes
cristalinos... tangibles.
¿Por qué razón o causa
seremos tan opacos,
los diez sobrevivientes?
«-»
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Cantan Tania Libertad y Willie Colón Muchacha
Cuando pasa el vaivén de tu cintura
la calle queda absorta / deslumbrada
si desnuda te sueña la mirada
sos carne de cañón o de censura
las vidrieras reflejan tu figura
y el maniquí te envidia la fachada
tu presencia es un riesgo / todo o nada
tu encanto es integral / base y altura
el requiebro vulgar no te arrebola
parecés satisfecha con tu suerte
no te inquietan azares ni aureola
quizá porque estás lejos de la muerte /
ya que la sombra te ha dejado sola
aprovechá la luz para esconderte
«««-»»»
Nuestro solo derecho es empezar otra vez
bajo la luz del sol sereno
Juan Gelman, Otras partes «-»
GRIETAS EN EL SILENCIO Una investigación sobre la violencia sexual en el marco del terrorismo de Estado.
Introducción y edición a cargo de Marta Vassallo, Rosario (Argentina), 2011,
CLADEM (Comité de América Latina y el Caribe
para la Defensa de los Derechos de las Mujeres),
INSGENAR (Instituto de Género, Derecho y Desarrollo).
La versión integral del libro
se puede descargar (en formato pdf)
desde el siguiente enlace:
GRIETAS EN EL SILENCIO «-»
TEJIENDO MEMORIAS
La denuncia fue presentada en octubre de 2011, y en marzo de 2012, con días de cielos a veces nublados pero aún con tantos días llenos de colores que estallan en nuestros ojos, en un juzgado de Montevideo (juzgado penal de 16to. turno, 5º piso de la calle Misiones 1469, entre 25 de Mayo y Cerrito) un grupo de mujeres comenzó a presentar denuncias por violencia sexual en el período de la dictadura
y terrorismo de Estado en el Uruguay.
Desde hacía meses el grupo se había preparado para seguir abriendo grietas en el silencio, para continuar tejiendo memorias que permitan a la comunidad entera del pueblo uruguayo enfrentar su historia con verdad y justicia, el único modo real para sanar heridas y construir futuro.
Heridas personales y comunitarias muy hondas, heridas que ellas sufrieron personalmente y que vuelven a sufrir pensando en nuestro futuro. Así se lee en los abrazos que antes de pasar a declarar le dan a cada una de ellas las demás compañeras del grupo, los familiares y amigos presentes; así se lee en los rostros felices de cada una cuando salen de la sala donde ante el juez han presentado su denuncia; así se lee en los nuevos abrazos, primero a ella que ya ha hecho su declaración, y luego abrazos en brindis, y son sonrisas de calma serena que logra por fin superar los tantos dolores; sonrisas y abrazos y también antiguos llantos que por fin afloran, que por fin estallan como fuegos artificiales entre los presentes, superando ese pequeño espacio del juzgado.
Mientras declara cada una de las denunciantes, quienes esperan continúan tejiendo memorias,
porque hay siempre hilitos que han quedado sueltos,
porque hay siempre necesidad de seguir diciendo
Nunca más y construir futuros.
«-»
Antígona Oriental Ultima función en el Teatro Solís,
5 de febrero de 2012
INTERSTICIOS Y CONCORDANCIAS,
DE LA PALABRA Y DE LA IMAGEN,
DEL SENTIR Y DEL CANTAR ***
LECTURAS PARALELAS, PARALELOS CANTARES
Siempre entendí cuál era mi suerte: desentrañar la relación entre la pintura y la gente y la sociedad.
Nuestro solo derecho es empezar otra vez, bajo la luz del sol sereno.
CARLOS ALONSO Y OTROS POETAS
La pintura de Carlos Alonso como paralelo lenguaje de otros poetas; mutuas ilustraciones, concordancias y desarrollo de las propias concepciones. Dice Alonso (dicen los poetas): “Siempre entendí cuál era mi suerte: desentrañar la relación entre la pintura y la gente y la sociedad” (entre la palabra y ...).
Del trabajo de Alonso como ilustrador se destacan las obras realizadas para la lectura de Gelman y de Neruda, donde quizás las concordancias de vida hacen más nítidas las mutuas ilustraciones de los respectivos lenguajes, concordancias todas desde el sur de Latinoamérica hacia el centro del hombre, cielo y tierra tales como vividos, tales como soñados.
*Obras citadas:
Juan Gelman, Bajo la lluvia ajena ilustrada por Carlos Alonso,
Libros del zorro rojo, 2009
Pablo Neruda, 20 poesías de amor y una canción desesperada ilustrada por Carlos Alonso, Torres Agüero editor, 1974
Juan Gelman, “Otras partes”,
poesía publicada en Hacia el sur , Marcha editores, 1982,
y En abierta oscuridad , Siglo XXI, 1993
*Notas (otras concordancias de América y del Plata).
El cuadro del Che, hecho por Alonso pocos días después de la muerte del Che (argentino cubano en Bolivia), estaba en la casa argentina donde en 1977 fue secuestrada Paloma, hija de Alonso; con ella, la ESMA también secuestró el cuadro; se logró recuperarlo y le fue entregado en el 2003 a Aleida Guevara, cubana, hija del Che. Homenaje abrazo al Che y a Paloma.
Macarena Gelman García, uruguaya, es la nieta que pudo recuperar el poeta después de más de veinte años de búsqueda (2000). Sus padres argentinos, María Claudia y Marcelo (hijo de Juan Gelman) fueron secuestrados en 1976 y trasladados a Orletti. A Marcelo lo matan en 1976 y a María Claudia la trasladan embarazada a Montevideo. Macarena no sabe si su madre llegó a cumplir 20 años, sabe que un pueblo y su abuelo la estaban buscando.
OTRAS PARTES
¿oíste/corazón?/nos vamos
con la derrota a otra parte
con este animal a otra parte
los muertos a otra parte
que no hagan ruido/callados como están/ni
se oiga el silencio de sus huesos
sus huesos son animalitos de ojos azules
se sientan mansos a la mesa
rozan dolores sin querer
no dicen una sola palabra de sus balazos
tienen una estrella de oro y una luna en la boca
aparecen en la boca de los que amaron
pasan noticias de sus sueños
arrastran sus lágrimas
con un pañuelito detrás
como barriendo el padecer
como no queriendo mojarlo
para que el padecer estalle
y arda y haga asiento donde sentarse
a pensar otra vez
nos vamos/corazón/a otra parte/
hace mal
que no podás sacar los pies de la tristeza
aunque es tristeza
que besa la mano
que empuñó el fusil y triunfó
y tiene corazón
y guarda en su corazón
a una mujer y un hombre
pasando como tigres por el cielo del sur
una mujer y un hombre
como tigres enjaulados
en la memoria del sur
besando hijitos que nunca más van a crecer
compañeros
que nunca más van a crecer
y ahora cosen
la tierra al aire/cosen
tu corazón/corazón/sus animales/
una mujer y un hombre
caminando por el cielo del Tigre
como tigre que canta
vámonos con esta perra a otra parte
no tenemos derecho a molestar
nuestro solo derecho es empezar otra vez
bajo la luz del sol sereno
los límites del cielo cambiaron
ahora están llenos de cuerpos que se abrazan
y dan abrigo y consolación y tristeza
con una estrella de oro y una luna en la boca
con un animal en la boca
mirando el centellear
de los compañeritos que sembraron corazón
y levantan su corazón ardiente
como un pueblo de besos
1) Concierto para guitarra y cuerdas (primer movimiento), de Leo Maslíah;
guitarrista Eduardo Fernández, con la Orquesta Filarmónica de Montevideo.
2) Otras partes, leída por Juan Gelman,
con ocasión del homenaje que el pueblo del Uruguay quiso ofrecerle en el teatro El Galpón de Montevideo, el 4 de abril del 2000.
PANTALLAZOS DEL PUENTE
HISTORIAS DE ORDINARIA UTOPÍA
OIGAMOS LA CAMPANA
José Saramago febrero de 2002
Comenzaré por contar en brevísimas palabras un hecho notable de la vida rural,
ocurrido en una aldea de los alrededores de Florencia hace más de 400 años.
Estaban los habitantes en sus casas o trabajando los cultivos,
entregado cada uno a sus quehaceres y cuidados,
cuando de súbito se oyó sonar la campana de la iglesia.
En aquellos píos tiempos (hablamos de algo sucedido en el siglo XVI)
las campanas tocaban varias veces a lo largo del día,
y por ese lado no debería haber motivo de extrañeza,
pero aquella campana tocaba melancólicamente a muerto,
y eso sí era sorprendente,
puesto que no constaba que alguien de la aldea
se encontrase a punto de fenecer.
Salieron por lo tanto las mujeres a la calle,
se juntaron los niños,
dejaron los hombres sus trabajos y menesteres,
y en poco tiempo estaban todos congregados en el atrio de la iglesia,
a la espera de que les dijesen por quién deberían llorar.
La campana siguió sonando unos minutos más,
y finalmente calló.
Instantes después se abría la puerta
y un campesino aparecía en el umbral.
Pero, no siendo éste el hombre encargado de tocar habitualmente la campana,
se comprende que los vecinos le preguntasen dónde se encontraba el campanero
y quién era el muerto.
“El campanero no está aquí, soy yo quien ha hecho sonar la campana”,
fue la respuesta del campesino.
“Pero, entonces, ¿no ha muerto nadie?”,
replicaron los vecinos, y el campesino respondió:
“Nadie que tuviese nombre y figura de persona;
he tocado a muerto por la justicia,
porque la justicia está muerta”.
¿Qué había sucedido?
Sucedió que el rico señor del lugar (algún conde o marqués sin escrúpulos)
andaba desde hacía tiempo cambiando de sitio los mojones de las lindes de sus tierras,
metiéndolos en la pequeña parcela del campesino, que con cada avance se reducía más.
El perjudicado empezó por protestar y reclamar, después imploró compasión,
y finalmente resolvió quejarse a las autoridades y acogerse a la protección de la justicia.
Todo sin resultado; la expoliación continuó.
Entonces, desesperado, decidió anunciar urbi et orbi (una aldea tiene el tamaño exacto del mundo para quien siempre ha vivido en ella)
la muerte de la justicia.
Tal vez pensase que su gesto de exaltada indignación lograría conmover
y hacer sonar todas las campanas del universo,
sin diferencia de razas, credos y costumbres, que todas ellas, sin excepción,
lo acompañarían en el toque a difuntos por la muerte de la justicia,
y no callarían hasta que fuese resucitada.
Un clamor tal que volara de casa en casa, de ciudad en ciudad,
saltando por encima de las fronteras,
lanzando puentes sonoros sobre ríos y mares,
por fuerza tendría que despertar al mundo adormecido...
No sé lo que sucedió después,
no sé si el brazo popular acudió a ayudar al campesino
a volver a poner los lindes en su sitio,
o si los vecinos, una vez declarada difunta la justicia,
volvieron resignados, cabizbajos y con el alma rendida,
a la triste vida de todos los días.
Es bien cierto que la historia nunca nos lo cuenta todo...
Supongo que ésta ha sido la única vez, en cualquier parte del mundo,
en que una campana, una inerte campana de bronce,
después de tanto tocar por la muerte de seres humanos,
lloró la muerte de la justicia.
Nunca más ha vuelto a oírse aquel fúnebre sonido de la aldea de Florencia,
pero la justicia siguió y sigue muriendo todos los días.
Ahora mismo, en este instante en que les hablo,
lejos o aquí al lado,
a la puerta de nuestra casa,
alguien la está matando.
Cada vez que muere,
es como si al final nunca hubiese existido para aquellos que habían confiado en ella,
para aquellos que esperaban de ella lo que todos tenemos derecho a esperar de la justicia:
justicia, simplemente justicia.
No la que se envuelve en túnicas de teatro y nos confunde con flores de vana retórica judicial,
no la que permitió que le vendasen los ojos y maleasen las pesas de la balanza,
no la de la espada que siempre corta más hacia un lado que hacia otro,
sino una justicia pedestre, una justicia compañera cotidiana de los hombres,
una justicia para la cual lo justo sería el sinónimo más exacto y riguroso de lo ético,
una justicia que llegase a ser tan indispensable para la felicidad del espíritu
como indispensable para la vida es el alimento del cuerpo.
Una justicia ejercida por los tribunales, sin duda,
siempre que a ellos los determinase la ley,
mas también, y sobre todo,
una justicia que fuese emanación espontánea de la propia sociedad en acción,
una justicia en la que se manifestase, como ineludible imperativo moral,
el respeto por el derecho a ser que asiste a cada ser humano.
Pero las campanas, felizmente,
no doblaban sólo para llorar a los que morían.
Doblaban también para señalar las horas del día y de la noche,
para llamar a la fiesta o a la devoción a los creyentes,
y hubo un tiempo, en este caso no tan distante,
en el que su toque a rebato era el que convocaba al pueblo
para acudir a las catástrofes,
a las inundaciones y a los incendios,
a los desastres, a cualquier peligro que amenazase a la comunidad.
Hoy el papel social de las campanas se ve limitado al cumplimiento de las obligaciones rituales
y el gesto iluminado del campesino de Florencia se vería como la obra desatinada de un loco
o, peor aún, como simple caso policial.
Otras y distintas son las campanas que hoy defienden y afirman, por fin,
la posibilidad de implantar en el mundo aquella justicia compañera de los hombres,
aquella justicia que es condición para la felicidad del espíritu
y hasta, por sorprendente que pueda parecernos,
condición para el propio alimento del cuerpo.
He dicho que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, tal como está redactada,
y sin necesidad de alterar siquiera una coma, podría sustituir con creces,
en lo que respecta a la rectitud de principios y a la claridad de objetivos,
a los programas de todos los partidos políticos del mundo,
expresamente a los de la denominada izquierda, anquilosados en fórmulas caducas.
Añadiré que las mismas razones que me llevan a referirme en estos términos
a los partidos políticos en general,
las aplico igualmente a los sindicatos locales y, en consecuencia,
al movimiento sindical internacional en su conjunto.
De un modo consciente o inconsciente,
el dócil y burocratizado sindicalismo que hoy nos queda es, en gran parte,
responsable del adormecimiento social
resultante del proceso de globalización económica en marcha.
No me alegra decirlo, mas no podría callarlo. Y, también,
si me autorizan a añadir algo de mi cosecha particular a las fábulas de La Fontaine,
diré entonces que, si no intervenimos a tiempo –es decir, ya–
el ratón de los derechos humanos
acabará por ser devorado implacablemente
por el gato de la globalización económica.
¿Y la democracia, ese milenario invento de unos atenienses ingenuos
para quienes significaba,
en las circunstancias sociales y políticas concretas del momento,
y según la expresión consagrada,
un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo?
Es verdad que podemos votar,
es verdad que podemos,
por delegación de la partícula de soberanía que se nos reconoce como ciudadanos
con voto y normalmente a través de un partido,
escoger nuestros representantes en el Parlamento;
es cierto, en fin, que de la relevancia numérica de tales representaciones
y de las combinaciones políticas que la necesidad de una mayoría impone,
siempre resultará un gobierno.
Todo esto es cierto,
pero es igualmente cierto
que la posibilidad de acción democrática comienza y acaba ahí.
¿Qué hacer?
De la literatura a la ecología,
de la guerra de las galaxias al efecto invernadero,
del tratamiento de los residuos a las congestiones de tráfico,
todo se discute en este mundo nuestro.
Pero el sistema democrático no se discute.
Mas si no estoy equivocado, si no soy incapaz de sumar dos y dos,
entonces, entre tantas otras discusiones necesarias o indispensables, urge,
antes de que se nos haga demasiado tarde,
promover un debate mundial sobre la democracia y las causas de su decadencia,
sobre la intervención de los ciudadanos en la vida política y social,
sobre las relaciones entre los Estados y el poder económico y financiero mundial,
sobre aquello que afirma y aquello que niega la democracia,
sobre el derecho a la felicidad y a una existencia digna,
sobre las miserias y esperanzas de la humanidad
o, hablando con menos retórica, de los simples seres humanos que la componen,
uno a uno y todos juntos.
No hay peor engaño que el de quien se engaña a sí mismo.
Y así estamos viviendo.
No tengo más que decir.
O sí, apenas una palabra para pedir un instante de silencio.
El campesino de Florencia acaba de subir una vez más a la torre de la iglesia,
la campana va a sonar.
Oigámosla, por favor.
«-»
Mensaje de José Saramago,
escritor portugués y Premio Nobel de Literatura,
en la clausura del Foro Social Mundial de Porto Alegre.
Se transcriben sus fragmentos más importantes.
CEGUERA: UNA EPIDEMIA COLECTIVA QUE CONDUCE A LA MÁS DESCARADA VULGARIDAD
por Norberto Lenzi (Italia),
8 de julio de 2010
Hace unas semanas ha muerto José Saramago,
uno de los más grandes escritores de todos los tiempos.
Después de sufrir el predecible ostracismo por parte de los editores de Berlusconi,
su memoria ha sido brutalmente aplastada por el Osservatore Romano,
con acentos de una amargura tan rencorosa
que parece inusual incluso para un periódico
que nunca ha escatimado reproches hacia quienes manifiestan su laicismo.
Uno de sus libros más bellos y más originales se llama Ensayo sobre la ceguera.
En una ciudad cualquiera de cualquier país,
un conductor se detiene en un semáforo esperando el verde
y en ese momento se da cuenta que ha perdido la vista.
Al principio piensa que se trate de un fenómeno pasajero,
y luego pasa a través de un crisol de emociones
que van desde la incredulidad, a la esperanza, a la desesperación.
Es el comienzo de una epidemia que afecta cada vez más a toda la ciudad y al país entero,
creando una situación de emergencia
que lleva a que los ciegos sean recluidos en un antiguo manicomio
y que vivan allí en un embrutecimiento total,
vigilados por soldados armados que no dudan en disparar a los que tratan de escapar.
En la mayoría, estas condiciones desatan los peores instintos,
el individualismo más exasperado, la opresión de los más débiles.
Esta es la alegoría despiadada de lo que puede suceder
cuando la vida social recibe una perturbación
que aleja a la comunidad de las normas de convivencia
y empuja a la realización exclusiva de salvajes
y egocéntricos intereses individuales,
conducida hasta el extremo de la supresión física
de quienes puedan oponerse a tales intereses.
Y es entonces cuando,
tan inexplicablemente como había aparecido,
la epidemia desaparece;
todos recuperan su vista
y toman conciencia de la enorme desolación
y de los escombros creados por la epidemia.
... ... ...
En el libro de Saramago
sólo una mujer logró milagrosamente preservar la vista
y no lo mostraba a los demás por vergüenza y por temor,
pero continuaba intentando ser una guía para los demás
acompañándoles en el cotidiano e imperioso vivir sus necesidades.
También entre nosotros, afortunadamente existen muchas mujeres y hombres
que han logrado mantener este sentido indispensable.
Algunos de hecho,
como sucede en ciertas situaciones que en el mundo animal
estimulan el instinto de supervivencia de las especies,
son capaces incluso de acrecentar su vista.
Y es en ellos que nos apoyamos
y que deberemos apoyarnos en el futuro,
para que todos estos ciegos,
como en la parábola de Bruegel,
no caigan en el abismo.
Dicen que nosotros, los jubilados,
tenemos una molesta tendencia a la apología.
Espero que en lugar de ello
se trate de una feliz predisposición para la profecía.
... ... ...
Fuente, original en italiano: Domani - Arcoiris.tv, 08/07/2010
EL AYER ES HOY
Conmemorar es mirar hacia atrás
y exigir debida justicia.
Conmemorar es recordar el proyecto de barbarie
y decir,
hoy,
¡Nunca más!
Conmemorar es proponer hoy,
para hoy y para mañana,
un proyecto de vida
para niños, mujeres y hombres:
que puedan vivir como tales.
Por eso conmemoramos.
«-»
VIENTOS HONDOS DE AMERICA Vientos de la memoria.
De ayer y de hoy.
Voces viejas, voces niñas,
voces que cantan,
con nosotros,
hoy,
cantan.
A TODOS ELLOS Conmemorar es mirar hacia atrás
y exigir hoy debida justicia.
El libro “A todos ellos” está dedicado
"A nuestros niños que sufrieron la desaparición por meses o años:
Amaral, Anatole, Andrea, Carla, Carlos, Gabriela, Mariana,
Marcela, María Mercedes, María Victoria, Máximo, Paula,
Simón, Victoria, Victoria Eva y la hija de María Claudia.
A quienes posiblemente nacieron en cautiverio
y aún no han sido ubicados y recuperados:
hija/o de Blanca Atman y Raúl Dopaso,
hija/o de Adriana Gatti y Ricardo Carpintero,
hija/o de María Emilia Islas y Jorge Zaffaroni,
hija/o de María Rosa Silveira y Omar Urtasun
y aquellos hijos de desaparecidos argentinos
que seguiremos buscando en Uruguay.
A los jóvenes menores de edad que están desaparecidos:
Carlos Baldomir Severo Barreto, Beatriz Lourdes Hernández Hobbas
y su hermano Washington Fernando Hernández Hobbas.
Y aquellos que fueron desaparecidos por soñar".
«-»
Exposición fotográfica
de Gustavo Germano - Argentina
Leticia Margarita Oliva Orlando René Méndez Playa La Tortuga Alegre
Río Uruguay, Concordia,
Entre Ríos - Argentina - 1975
[...]
*
*
Playa La Tortuga Alegre
Río Uruguay, Concordia,
Entre Ríos - Argentina - 2006
«-»
LISTAS DE NOMBRES / SOLO LISTAS, SIN SUEÑOS Conmemorar es mirar hacia atrás y exigir debida justicia.
Listado de detenidos-desaparecidos
Empieza, justamente, con los casi borrados,
con los desaparecidos de los que sólo
nos queda un sobrenombre o parte de su nombre.
Lista de quienes cuyo nombre completo se desconoce:
«1» ABUELA (LA) ALIAS (LA ABUELA)
Desaparecida el: 8/8/77, No. CONADEP: 11080
Secuestrada sin indicación de lugar
Vista en C.C.D. LA CACHA el: 8/8/77
VISTA 18/03/77 00/04/77 00/05/77 00/06/77 00/07/77 HASTA 08/08/77
En testimonio No: 01144
...
«117» FLACO ALIAS (FLACO)
Desaparecido el: 1/7/77, No. CONADEP: 9834
Secuestrado sin indicación de lugar
Visto en C.C.D. E.S.M.A. el: 1/7/77
AMIGO PERSONAL DE FANTI. DETENIDO CON SU NOVIA (URUGUAYA).
SECUESTRADO POR GT3.VISTO 00/08/77 HASTA 00/09/77.
En testimonio No: 04477
...
«406» ZURDO (EL) ALIAS
Desaparecido el: 18/3/77, No. CONADEP: 9736
Secuestrado sin indicación de lugar
No hay testimonio de su paso por un C.C.D.
...
«491» ESPOSO DE "LA RENGA"
Desaparecido el: 1/5/77, No. CONADEP: 9859
Secuestrado sin indicación de lugar
Visto en C.C.D. QUINTA DE SERE (CASTELAR) el: 1/5/77
ESPOSO DE LA RENGA.
En testimonio No: 04482
...
La lista prosigue con los detenidos-desaparecidos en Argentina
y que tienen un nombre:
«493» MARIA ELENA AARGOVAS
22 años.
Desaparecida el: 26/11/76, No. CONADEP: 2441
Fue secuestrada en LA PLATA BS AS C. Post: 1900
No hay testimonio de su paso por un C.C.D.
...
«1102» MARIA ASUNCION ARTIGAS NILO de MOYANO 24 años. Casada. Uruguaya. Ama de casa. |CU No:1281383|
Desaparecida el: 30/12/77, No.CONADEP:343, Decl.No: 7105
Fue secuestrada de su domicilio en BERAZATEGUI BS AS C. Post: 1884
María Asunción Artigas Nilo y Alfredo Moyano Santander
María Asunción tenía 26 años, Alfredo 21.
María había nacido el 26 de marzo de 1951 en Montevideo, Uruguay.
Alfredo era de nacionalidad argentina. Estaban casados y María Asunción estaba embarazada.
Alfredo era obrero de construcción y María Asunción era estudiante de medicina.
Los dos tenían actividades gremiales y políticas.
La pareja vivía en la calle 595 de Berazategui, en la provincia de Buenos Aires.
La pareja fue vista en el pozo de Quilmes y en el pozo de Banfield.
María Victoria Moyano Antigas, hija de María Asunción y de Alfredo,
nació en el pozo de Banfield el 25 de agosto de 1978.
El médico Jorge Vidal falsificó su certificado de nacimiento
y la beba fue dada al policía Víctor Penna y a su mujer María Elena Mauriño.
En 1987 fue recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo.
Desde entonces vivió en Uruguay con sus abuelos maternos.
...
«9921» JORGE RAUL ZWAIG
Desaparecido sin indicación de fecha, No. CONADEP: 8492
Secuestrado sin indicación de lugar
No hay testimonio de su paso por un C.C.D.
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EL AYER ES FUTURO Conmemorar es recordar el proyecto de barbarie y decir,
hoy,
¡Nunca más!
MURIO EL EX CORONEL CARAPINTADA MOHAMED ALI SEINELDIN
Un paro cardíaco terminó con la vida de Seineldín,
el ex coronel que entrenó a torturadores,
peleó en Malvinas y atentó contra la democracia.
A los 75 años murió ayer el ex coronel Mohamed Alí Seineldín,
el inspirador de los carapintadas que se levantaron en armas
para evitar el juzgamiento de los represores.
Formado como comando, fanático nacionalista
y adorador de la Virgen de Luján,
fue acusado de enseñar a torturar en Centroamérica,
fue reivindicado como héroe de Malvinas,
fue condenado a cadena perpetua
por la rebelión de Semana Santa del ’90,
fue indultado por el ex presidente Eduardo Duhalde
y terminó enseñando tiro y desalojando campesinos
contratado por terratenientes en Santiago del Estero.
- “El país tiene dos instituciones básicas: la Iglesia y las Fuerzas Armadas.
Hoy las dos son atacadas, el enemigo es coherente en esto,
el día en que ambas estén debilitadas,
prácticamente nuestra Patria no existirá más.
No se olviden de que aquí llegó el Adelantado español con la espada y la cruz.
¿Y a qué vino? ¿A matar y a destruir?
¡¡No!! Llegó para convertir a los aborígenes para hacerles conocer la verdad.
Por lo tanto, la Iglesia y las Fuerzas Armadas conforman un sólo núcleo,
debiendo ser estas últimas las continuadoras de las enseñanzas de Cristo”.
- “La Guerra Revolucionaria busca alterar o cambiar los valores impuestos por Dios
y su accionar es tan viejo como el mundo mismo. Es la lucha del Bien contra el Mal,
de los Hijos de la Cruz contra los Hijos de las Tinieblas,
de Cristo contra el Anticristo”.
La lucha antisubversiva fue una “guerra larga de miles
y miles de pequeños combates, en la que vale todo”.
«-»
EL AYER ES FUTURO
DICCIONARIO CRITICO DE LA UTOPIA Y LA BARBARIE
TREINTA MIL VOCES Conmemorar es recordar
el proyecto de barbarie
y decir,
hoy,
¡Nunca más!
No creo que sea justo hablar de la utopía y la barbarie con números,
porque en estos casos uno es igual a diez que es igual a diez mil,
pero los números nos ayudan a pensar,
y si los nombres de los treinta mil desaparecidos
fueran las entradas de un vocabulario,
tendríamos en nuestras manos un precioso
“Diccionario crítico de la Utopía y de la Barbarie”.
El Diccionario de la Real Academia, edición 22 del 2001,
consta de 88.431 entradas y es el fruto de siglos de hispanohablantes;
este precioso nuevo incunable, que recorta unos pocos años de Utopía y Barbarie,
en América Latina, con el hablar de los territorios rioplatenses,
es un incunable que han cincelado miles de manos,
recordando nombres y sobrenombres,
bordando rostros a veces claros, a veces desdibujados,
armando el rompecabezas de historias y lugares,
pintando las siluetas de la Flaca
-vista en Tucumán, que tenía un hermano gemelo-
y del Flaco
-que tenía una novia uruguaya,
visto en C.C.D. E.S.M.A. el 1/7/77-
y la embarazada,
-Liliana, vista en C.C.D. Comando Merlo el 0/0/76-;
acariciando hermanos que se sabe torturados y muertos;
y se cincela y se borda y miles de manos agregan detalles,
agregan preguntas y respuestas,
y tantas veces sólo preguntas.
«-»
A redoblar A redoblar,...
A redoblar muchachos esta noche.
A redoblar muchachos la esperanza.
Que su latido insista
en nuestra sangre
para que ésta nunca olvide su rumbo.
Porque el corazón no quiere
entonar más retiradas.
Porque el corazón no quiere
entonar más retiradas.
De cómo, desde chiquitos, una concepción del urbanismo
nos puede enseñar a convivir en la res-pública.
La Rambla, una ventana al mar
*
La Rambla
(no existe Montevideo ni montevideano
sin la Rambla,
su Rambla, la Rambla de todos)
y el Río de la Plata (ancho como mar),
y el sol y el aire fresco,
y el sentarse a mirar y a conversar
(al otro y con el otro, el mar y con el mar),
y las palmeras altas y los banquitos,
y una línea de plazas y de arenas
que se pierden en el horizonte,
pescadores y ciclistas,
chiquilines y veteranos,
la Escollera Sarandí,
Barrio Sur y Palermo,
Ramírez y el Parque Rodó,
Punta Carretas con su faro
y Villa Biarritz con su feria,
Pocitos (con el ómnibus 121 que te lleva justito hasta la playa),
el besódromo y después el puertito del Buceo,
y el Museo Zoológico
y otra curva y otra playa,
Punta Gorda (creo que no exista la Punta Flaca, al menos no la conozco),
y se puede cortar por adentro, pero en bicicleta es difícil por el repecho,
y más allá Malvín,
y más palmeras y más médanos de arena,
y uno sigue mirando sin hartarse,
y allá en el fondo,
al final de Montevideo,
no de la Rambla,
aparece Carrasco y el viejo Hotel,
y uno se tienta con ganas de seguir viajando,
de seguir hacia el este,
quizás para ir hacia el sol,
quizás para acompañar al río,
ancho como mar,
quizás para dar toda la vuelta,
en sentido antihorario,
seguir hasta el Chuy
y costear luego el Brasil
hasta Bella Unión,
allá arriba, la de los Cañeros,
y volver luego
siguiendo el curso del Río de los Pájaros Pintados,
que deja el Uruguay a oriente
(y por eso orientales)
de las otras provincias de la antigua Liga del Río de la Plata.
*
Rambla ventana,
rambla pueblo,
rambla juglar de tantas historias,
rambla maestra de la convivencia humana.
RAÍCES Tristezas y dolores, alegrías intensas, vividas en otras tierras no bastaron para generar raíces -al menos tan profundas, retorcidas y apretadas a las piedras subterráneas- como éstas que me adhieren, vitales, a un trocito muy pequeño de este mapa americano. *
Historias de juglares y ordinaria utopía.
Raíces, una poesía de Gonzalo Pérez Iribarren (Uruguay).
RAÍCES Las raíces, ¿qué son? ¿serán sólo los recuerdos de paisajes, de olores y colores, de imágenes bucólicas
o de agitadas efervescencias juveniles? ¿Consistirán en la memoria vital de las uvas madurando en febrero,
del sabor de los higos llenos de miel o de las tardes de arroyos con bogas y bagres, tironeando de la línea
y arrastrando suavemente la chalana por el espejo del cielo y de los sauces?
¿Tanto poder poseerán
aquellas noches junto a un hogar de leña mientras el frío soplaba con fuerza y agua golpeando vidrios y tejados,
y un padre conversaba con nosotros entre el crepitar de las llamas y el del mate, o la figura de nuestra madre,
tejiendo silenciosa las bufandas y levantándose a mirar nuestras tareas escolares?
¿Habrán desarrollado
y endurecido sus tentáculos aferrados al suelo y al subsuelo, a piedras y terrones, las largas caminatas por la orilla
del río grande, las noches de los fuegos de artificio de las fiestas patronales, las charlas de café con compañeros,
las guitarreadas nocturnas del sábado y domingo, los plátanos callejeros, plenos de nudos y cáscaras,
blancos y negros entre la neblina con luces irisadas al acompañar al amigo, (por décima vez)
hasta su casa en la medianoche ciudadana?
¿Se habrán nutrido con las violetas
humildemente decididas a otorgar su perfume clandestino en los jardines de las tías y la abuela,
o con el amarillo de aquellas rosas enormes que sólo sabía colorear aquel viejo vecino?
Tronco en llanto *
Tristezas y dolores, alegrías intensas, vividas en otras tierras no bastaron para generar raíces -al menos tan profundas, retorcidas y apretadas a las piedras subterráneas- como éstas que me adhieren, vitales, a un trocito muy pequeño de este mapa americano. ¿No llovió a tiempo, faltaron los abonos, el trabajo de la pala o del arado?
A mis ignorancias sumo ésta: no saber qué son, cómo nacen y crecen, y se arraigan (justamente en mundos lejanos, fuera de su nutriente natural) estas mis raíces afirmadas en mi tierra. Sólo intuyo que mi ser es campesino; que dejaré mi cuerpo fertilizando la tierra que me vió nacer. Hasta que, recuperado mi cadáver para mí, se reconozca hasta en la piel, por el color de la arcilla de la arena que, tantos otros, tendrán junto conmigo.
Gonzalo Pérez Iribarren 17 de enero de 1983
Crepúsculo en Carmelo, sobre el río Uruguay
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Raíces
Historias de la palabra y de otras historias
La etimología de mandinga
Mandinga. Se deriva de Manding, nombre geográfico, y también gentilicio, de un pueblo que habita en el África occidental; pero en español, principalmente en las zonas rurales de América, adonde el nombre llegó traído por esclavos africanos, es el nombre del diablo. En el portugués del Brasil, y también en varias regiones de Sudamérica por influencia brasileña, es el nombre de una hechicería que tiene por objeto ‘cerrar el cuerpo’ a los actos hostiles procedentes del exterior. En las zonas rurales americanas, esta palabra se vincula a todo lo que se refiere a brujerías o influencias sobrenaturales no explicadas por la religión.
Así, en el norte de Argentina, los fuegos fatuos o luces malas, que brillan en la oscuridad debido a la combustión del fósforo al entrar en contacto con el oxígeno, se llaman farol de Mandinga o farol del diablo.
En el poema Martín Fierro, del argentino José Hernández (1834-1886), el personaje epónimo atribuye al diablo los fenómenos cuya causa no comprende:
«Parece cosa ‘e Mandinga», dice Martín Fierro.
La palabra también llegó de África a Cuba, país que tuvo una intensa explotación de mano de obra esclava. Tal vez el poeta cubano Nicolás Guillén (1902-1989) haya sido el único autor latinoamericano que usó la palabra en su sentido original africano, como gentilicio:
“Yoruba soy, cantando voy, llorando estoy, y cuando no soy yoruba, soy congo, mandinga, carabalí.”
Dice Pedro Figari:
“Mi pintura no es ‘una manera de hacer pintura’ sino un modo de ver, de pensar, de sentir y sugerir.”
Es decir, la pintura como lenguaje, el pintor como juglar que trata de narrar desde adentro, que narra para intentar sanar, recomponiendo historias e identidades. Un lenguaje y una propuesta, una mirada y un subrayado, una lectura de la evidencia y fundamentalmente de los intersticios; cada ‘palabra’ encierra ese pensar, ese sentir y sugerir, y en cada ‘palabra’ se acomodan recostándose nuestras propias historias y sugerencias; y, sin quizás, escuchando esas historias se puede sanar y seguir soñando futuros.
La identidad de la que se habla en este caso es la de la población afrodescendiente en Latinoamérica, en el Uruguay; mejor dicho, el sabor afro de la cultura oriental. ¿Cómo llegaron, quiénes eran, qué hacían, cómo y dónde vivían, qué cantaban, por qué cantaban, por qué bailaban los negros del Uruguay? Y cómo esos por qué fueron coloreando y componiendo la cultura de los uruguayos.
Las obras que se presentan son todas de autores uruguayos y en su mayoría pertenecen a Pedro Figari. Entre otros, el Museo Nacional de Artes Visuales, el Museo Blanes y el Museo Figari de Montevideo exponen obras de este artista. También se incluyen obras de: Juan Carlos Amoretti, Ruben Galloza,
Carlos Páez Vilaró y Marta Szerel.
Se presentan también algunas imágenes de figuras en papel maché de claro corte figariano (como el árbol, el abrazo, el negro con el tamboril), que pertenecen a la obra “Kit Básico para la fundación de un pueblo”, de Cecilia Mattos y Nacho Seimanas, obra hecha con la idea de compartir comunitariamente esa reconstrucción de identidades retomando la iconografía figariana. La obra fue expuesta en abril de 2011 en el Museo Figari de Montevideo.
*Fotografías. Una gran parte de las fotografías expuestas son el hoy de ese sentir cultural de los uruguayos, expresado en este caso en la fiesta de carnaval que residentes uruguayos en Argentina realizaron en Buenos Aires, el 5 de marzo de 2011, en Avenida de Mayo; una fiesta de identidad oriental y rioplatense, otro abrazo de claro corte afrodescendiente.
*Música.
1) Jacinto Vera (de Yamandú Beovide y Roberto Darvin), (candombe),
2) Candombe del mucho palo (de Carlos Barea y Ricardo Zubiría).
Interpretadas por:
Pareceres y Jorge Do Prado.