Aviso
31 de Julio de 2009
PABELLON DE CINE DEL TRENCITO LATINO
APERTURA DE LA SALA YUCATAN
Gracias a todos aquellos que con sus obras han colaborado para construir este sitio.
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LA REBELION INDIA DE YUCATAN
El Profeta - Chilam Balam
Chilam Balam, el que era boca de los dioses,
recordó lo que todavía no había ocurrido:
Dispersados serán por el mundo
las mujeres que cantan
y los hombres que cantan
y todos los que cantan...
Nadie se librará, nadie se salvará...
Mucha miseria habrá en los años
del imperio de la codicia.
Los hombres, esclavos han de hacerse.
Triste estará el rostro del sol...
Se despoblará el mundo,
se hará pequeño y humillado.
1850 - Chan Santa Cruz (México) - Cruz que dice
Tres años largos de guerra india en Yucatán.
Más de ciento cincuenta mil muertos,
cien mil huidos.
La población se ha reducido a la mitad.
En lo más remoto de la selva,
junto a un manantial de agua fresca,
de una altísima caoba,
ha nacido la pequeña cruz que habla en lengua maya:
Ha llegado el tiempo de que se levante Yucatán.
Yo a cada hora me estoy cayendo,
me están macheteando,
me están dando puñaladas, me entran palo.
Yo ando por Yucatán para redimir a mis indios amados...
1860 - Chan Santa Cruz (México) - El centro ceremonial de los rebeldes de Yucatán
La madre de las cruces había anunciado en Yucatán:
Mi padre no me puso con los ricos,
no me puso con los generales
ni con los que tienen dinero,
ni con los que dicen tenerlo.
Y cuando los soldados voltearon la caoba a golpes de hacha
y quemaron la crucecita vestida por los indios,
ya ella había tenido hijas.
De cruz en cruz ha sobrevivido la palabra:
Con los pobres me puso mi padre,
porque yo soy pobre.
En torno a la cruz, a las cruces, ha crecido Chan Santa Cruz,
el gran santuario de los mayas rebeldes en la selva de Yucatán.
El Profeta - Chilam Balam
Se levantarán el palo y la piedra para la pelea...
Morderán a sus amos los perros...
Los de trono prestado han de echar lo que tragaron.
Muy dulce, muy sabroso fue lo que tragaron, pero lo vomitarán.
Los usurpadores se irán a los confines del agua...
Ya no habrá devoradores de hombres...
Al terminar la codicia,
se desatará la cara,
se desatarán las manos,
se desatarán los pies del mundo.
Eduardo Galeano, Memoria del fuego,
segundo volumen, Las caras y las máscaras
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