Los monos mentirosos

Los tres monos: no veo, no oigo, no hablo


A 50 años del golpe de Estado,
acto “democrático” que corona la impunidad.
Paraninfo de la Universidad de la República,
en Montevideo. 30 de mayo de 2023.

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Los monos mentirosos

La mentira repetida es media verdad,
y es muy ética la actitud de los tres monos:
no veo, no oigo, no hablo.

Dijo Julio María Sanguinetti: no hubo niños desaparecidos, hubo “uno solo”; en Uruguay no hubo “tantos” desaparecidos, hubo unos pocos; y todo nos lleva a discutir cuántos hubo, y ahí ya nos hace pensar en términos de impunidad. Como si se pudiera ponerle un termómetro a la barbarie. Gregorio Alvarez también declaró ante la justicia que se había enterado por ellos de los desaparecidos. Guido Manini Ríos se escuda en que era muy joven, cuando en el cuartel de Toledo donde él estaba, se hacen los enterramientos; se nos presenta como un muchacho desapercibido de lo que estaba pasando a su alrededor.

Por más monos que se hagan, sus propias declaraciones los condenan. En el caso de Manini, se le puede decir, que es cierto que algún soldado de tropa del interior, de los que había terminado en el cuartel porque en su zona no había trabajo, justo por esa razón no estaba en el ejército por opción, como estaba Manini. Cuando Manini estuvo en el cuartel de Toledo, el de los enterramientos, se sabía perfectamente del actuar represivo del ejército, como se sabía perfectamente de los millares de presos, del avasallamiento de un pueblo; aspirar a ser oficial del ejército en los años de la dictadura significaba desde un primer momento una opción: reprimir cueste lo que cueste. Manini fue y es los tres monos por decisión; y es a su vez un mal de familia. El mismo que se escudó en el desafuero para no dar cuenta de sus actos, es el que hoy nos habla de los pobres viejitos, que sufren condenas por su barbarie.

Manini y Sanguinetti coinciden en muchas cosas, pero quizás esa actitud de los tres monos, no vi, no oí, no hablo, junto a las medias verdades logradas con mentiras repetidas es lo que más los acomuna. Sanguinetti también dijo que al final de cuentas en Salsipuedes los charrúas no eran tantos, “capaz que no eran más de cuarenta”. Sanguinetti achica la culpa de Rivera porque no mandó matar a tantos, que al final de cuentas era gente molesta, que se estaba oponiendo a la civilización que nos traían los conquistadores. Con su riverismo se olvida de los últimos charrúas vendidos a un zoológico de la civilizada Francia; con Manini se olvida que la primera gloria del “ejército oriental” fue la guerra genocida contra el pueblo de Paraguay. Dicen que no ven pero vieron, dicen que no oyen pero oyeron, dicen que no hablan pero hablan mintiendo. Es mismo su especialidad.

La ley de impunidad, llamada de caducidad, fue propuesta precisamente por Sanguinetti. Se ubica desde un principio en la teoría de los dos demonios: el heroico ejército que responde a las fuerzas de la subversión dominadas por las ideas foráneas. Olvidan, no veo, no oí, no digo, al asesor Dan Mitrione, traído especialmente para hacer escuela de torturas; olvidan la escuela francesa inspirada en la guerra colonialista en Indochina y Argelia; olvidan los millares de presos que pasaron por cárceles, cuarteles, comisarías, ...; olvidan el Cilindro Municipal, La Tablada, las decenas de asesinados.

Combatieron a un pueblo solidario, a un pueblo cada vez más unido en la lucha contra el sistema. Las democracias les sirven hasta que los pueblos no se avecinan a querer cambiar el régimen de injusticia. Hoy tenemos por ejemplo una situación realmente deshumana en las condiciones de vida de los encarcelados, y sin embargo por un lado para la gente se propone aumentar las penas, y para los responsables del terrorismo de Estado se propone que vuelvan a sus casas, “porque ya es mucho”,
“porque tenemos ojos en la nuca”.

Han transformado un país de inmigrantes en un país de emigrantes; se han destrozado las relaciones familiares porque la gente emigra buscando sobrevivir, y nos siguen diciendo que los demás tienen que aprender de nuestra democracia.

Mintieron ayer, mienten hoy; y saben perfectamente cuáles son sus horizontes. Textualmente Sanguinetti dijo que alababa al Ejército como institución, por todo el esfuerzo que hizo luego del período dictatorial. Se olvidó decir que en su primer gobierno, vinieron del ejército los primeros desplantes, cuando ante la posibilidad de que algún militar fuera llamado a dar cuenta de sus actos terroristas, la propia comandancia del ejército amenazó diciendo que no se presentaría a dar cuentas de nada a nadie. Esa fue la colaboración recibida, a la que Sanguinetti respondió con la ley de impunidad.

Bastantes años después se llegará a mostrar en el mismo parlamento la mentira de toda la estructura, de un ejército que había seguido actuando con los mismos criterios y con la misma gente que en dictadura. Hasta no hace mucho para algunas mentiras todavía tenían alguna contención, hoy la han perdido con la tolerancia mutua que se dan burócratas de la política y milicos. Nos dejan ser demócratas hasta que no se les mueve el piso; los Sanguinetti dicen que necesitan a esos milicos salvapatria, y militares y afines se presentan como los ilustrados con los que se puede hablar, interesados sólo en el bienestar de una patria descolorida al que ellos brindan su desinteresada labor ciudadana.

En el Centro Militar están las placas conmemorativas de varios de los militares condenados por delitos durante la dictadura; y su desinteresada labor, por ejemplo, la paga una Caja Militar con millones y millones de pesos anuales de déficit, una Caja que no ha sido tocada y que a la oficialidad le permite jubilarse no sólo con el cien por ciento de lo que ganaban en actividad, sino que además los premian con el ascenso al momento de jubilarse, es decir, que pasan a ganar más de cuanto ganaban en actividad; ése es el patriotismo de los Manini, y ése es el patriotismo de los que no ven, no oyen y no hablan como Sanguinetti. Hay un dicho que afirma: con una mano nos lavamos la otra; nada más cierto en este caso. Traducido: adelante casta de estancieros y empresarios, ustedes me pagan y nosotros los defendemos.

En época de dictadura, en el hablar cuartelero se oía decir: hay un comunismo bárbaro, como forma de decir: hay mucho lío en algo. Hoy seguramente ya no se dice así, pero se critica a un estudiante que protesta por su manera de vestir; en el ómnibus se llega a oír por ejemplo: hay olor a pobre; se pone por escrito en la Luc las cosas que no se habían obtenido con las reformas para aumentar la edad de imputación; ante el problema de darle agua en malas condiciones a los niños en la escuela, se responde diciendo que se le dé esa misma agua, con saborizantes.

Se le entrega al ejército tareas que son simplemente de responsabilidad civil que no tienen nada que ver con conflictos armados; trabajos que podrían ser civiles se militarizan para aumentar los privilegios de instituciones inservibles. Siguen siendo brazo armado de los imperialismos de turno, y de los nuevos liberalismos que ojalá tuvieran algo de digna socialdemocracia. Los Sanguinetti y los Manini siguen siendo los representantes de los mercachifles montevideanos que salieron a saludar a las fuerzas invasoras portuguesas de Lecor; los mismos mercachifles que traicionaron a Artigas, para quienes los gauchos eran los representantes del atraso de estas tierras; los mismos “prósperos comerciantes” que se enriquecieron traficando con esclavos negros.

También de eso se olvidan, del despojo infame que hicieron de millares de afrodescendientes; ahí también se ve el accionar de la dictadura cívico militar: hubo que cerrar los conventillos de Barrio Sur y Palermo porque eran feos, y esa sensibilidad estética no les permitió tener la sensibilidad de abandonar el racismo, la segregación, la explotación.

Civiles como Sanguinetti y militares como Manini se acordaron para la mutua defensa, una mano lava la otra, y así se salva el sistema, con las buenas y si no con las malas. A Soledad Barrett le dibujaron las esvásticas en las piernas en época de democracia, los escuadrones de la muerte empezaron a matar en esa misma época. Ante el avance de la represión que significó el golpe de Estado en 1973, un pueblo respondió con la huelga general, con ollas populares para sostener las ocupaciones en las fábricas. Era eso lo intolerable, para los Goyo Alvarez o los Pacheco de turno; y sigue siendo eso lo intolerable.

Ojo con estos monos, que no son tan inocentes como aparentan; a unos la mano no les tiembla para defender a toda costa la injusticia del sistema que los beneficia, los otros son muy valientes para sostener con la represión esa injusticia, con tal que se les pague sus servicios, y si hay que apalear se apalea, y si hay que matar se mata. Patria, familia y propiedad, decían hace cincuenta años, y hoy no lo dicen, pero lo hacen: patria es la injusticia del capital, es la injusticia del sistema.

En realidad ya nos habían advertido:
“La carne y la sangre son
de propiedad del patrón,
Doña Soledad”;

pero también desde hace tiempo decimos:
“de todas partes vienen”;
“A redoblar muchachos la esperanza,
que su latido insista en nuestra sangre,
para que ésta nunca olvide su rumbo,
porque el corazón no quiere, entonar más retiradas”.

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Que nos digan dónde están
Contra la impunidad de ayer y hoy

24a. Marcha del Silencio.
Montevideo. 20 de mayo de 2019.

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En página nueva puede verse el audiovisual:
Otra voz canta. Circe Maia, Daniel Viglietti

Duración: 5’22”

Descripción:

Otra voz canta. No son sólo memoria ...

En memoria de los Fusilados de Soca:

Graciela Estefanell,
estudiante de Agronomía, de 34 años;

María de los Angeles “Marisa” Corbo,
estudiante de Medicina, de 26 años,
con un embarazo avanzado, y

Daniel Brum,
estudiante de Arquitectura, de 28 años;

Mirta Hernández,
obrera textil, de 29 años, y

Floreal García,
obrero textil, de 31 años
(Mirta y Floreal eran los padres de Amaral García,
hijo apropiado y recuperado).

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En memoria de todos los desaparecidos y por ¡Nunca más!
En la conmemoración llevada a cabo el 20 de diciembre de 2014, en el Memorial a los Fusilados de Soca, Daniel Viglietti interpreta “Otra voz canta”, emotiva musicalización suya de una poesía de Circe Maia.

OTRA VOZ CANTA
Música de Daniel Viglietti
Poesía de Circe Maia

Por detrás de mi voz
– escucha, escucha –
otra voz canta.

Viene de atrás, de lejos;
viene de sepultadas bocas
y canta.

Dicen que no están muertos
– escúchalos, escucha –
mientras se alza la voz
que los recuerda y canta.

Escucha, escucha,
otra voz canta.
Dicen que ahora viven
en tu mirada.

Sostenlos con tus ojos,
con tus palabras,
sostenlos con tu vida,
que no se pierdan,
que no se caigan.

Escucha, escucha,
otra voz canta.
No son sólo memoria,
son vida abierta,
contínua y ancha,
son camino que empieza.

Cantan conmigo,
conmigo cantan.

Dicen que no están muertos
– escúchalos, escucha –
mientras se alza la voz
que los recuerda y canta.

Cantan conmigo,
conmigo cantan.

No son sólo memoria,
son vida abierta,
son camino que empieza
y que nos llama.

Cantan conmigo,
conmigo cantan.


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