Rojo Madre. Diálogos con la Luna

Fantasías: Rojo Madre. Diálogos con la Luna


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Rojo Madre

No puedo olvidar sus palabras. Yo era muy niño en aquel entonces y recuerdo aquel día como un día caluroso. Estaba anocheciendo y salí de mi casa. Tenía unos deseos enormes de volver a hablar con la Luna.

–¡Buenas noches, señora Luna! –dije para saludarla mientras me sentaba sobre la tierra, bajo el techito de paja que protegía la entrada de nuestra casa. Embelesado escuché su relato.

Hace muchos, muchos años, cuando empezaron los míos –me dijo–, existía sólo Rojo Madre: era una inmensa lengua de fuego volcánico, un enorme manto rojo que todo lo envolvía, era el cielo y la luz que aún no habían recibido las estrellas, era el mar, infinitas gotas de vapor en su seno, era la tierra, aún estéril, y era el corazón de los hombres, que todavía no habían amado. Rojo Madre fue padre de todas las cosas, y todo lo engendró, y como madre nadie depositó en ella su semen fecundo.

En sus entrañas se concentraron los fuegos femeninos, ese es mi origen. Y como Luna fui esposa y madre. De los fuegos masculinos nació el padre Sol, mi esposo. En mil abrazos nuestros fuegos engendraron todas las criaturas. Nacieron así mares y ríos, de rumorosos oleajes y de fluir silencioso, frutos de nuestros amores tempestuosos y serenos; engendramos fuentes y cascadas, montañas y estepas inmensas; nacieron los blancos dientes del maíz y la ágil y tímida ardilla; millares de peces poblaron las aguas, tantas fueron sus caricias, y una infinidad de estrellas tapizó el cielo, tantos fueron mis besos.

–Señora Luna –me atreví a interrumpir–, ¿por qué gritan todavía los volcanes?
¿Por qué padre Sol es tan grande y de fuego tan intenso?

Respondiéndome, continuó su relato como si saboreara cada instante de su pasado.

Quiso Rojo Madre que el Sol fuera vuestro protector durante el día y que yo velara durante vuestros sueños. Con sus abrazos engendré la luz de las estrellas y me hice sangre allí donde hay vida. Y me hice tierra para alimentar los granos y le di voz a los pájaros y aliento a las cascadas. Le di mi fuego a la tierra, ¿o acaso no has visto las plantas esperando el beso del Sol para dar su fruto? Y por eso los volcanes lo buscan aún con sus abrazos. Y me consumí en amores dándole colores a las plantas y voz a los pájaros, ¿o acaso no has visto cuando por la mañana gritan su alegría ante el padre?

Eramos hermanos, éramos la misma carne, éramos el mismo fuego. Y soy yo que grito en tu corazón en los cálidos días de verano y que recuerdo al Sol, con tu tristeza, cuando me falta por las noches.

–¡Duérmete mi niño, duérmete, se ha hecho muy tarde! Duérmete y soñarás...  

Me dormí aferrándome con ternura a la tierra. Soñé el rumor de las cascadas y mil pájaros que cantaban en el bosque, soñé la suave caricia del agua a los guijarros y el desbordante colorido del tucán.

Una paz inmensa invadió mi corazón,
era ella que latía, la Luna,
esperando el abrazo del Sol de la mañana.

Crepúsculo
Desembocadura del Arroyo de las Vacas,
Carmelo,
Departamento de Colonia, Uruguay.

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En página nueva puede verse el audiovisual:
Fantasías y abrazos - Gurvich - Heinze

Duración: 8’31”

Descripción:
José Gurvich, nacido en Lituania en 1927, llegó a los cinco años a Uruguay para convertirse en uno de los refentes del arte de este país. En 1944 se relacionó con Joaquín Torres García y al año siguiente comenzó a formar parte de su Taller, llegando a ser una de las figuras fundamentales del movimiento constructivista en su país. Durante los años 50 Gurvich fue desarrollando un estilo más personal que expresará en un mundo donde se unen la tradición y lo nuevo, la realidad y la fantasía.

Expresa la crítica e historiadora del arte Alicia Haber: "Gurvich desplegó un mundo en el que tiene gran importancia la integración de la herencia torresgarciana con la progresiva búsqueda de la identidad judaica , la admiración hacia el arte de El Bosco, Chagall y Bruegel y una expresividad idiosincrásica. Acuarelas, témperas, óleos, cerámicas, esculturas, relieves y murales documentan su fantasía, su sensibilidad pictórica, su capacidad para el color, su esmero artesanal, su lirismo, su espiritualidad, su intuición creadora y su capacidad imaginativa".

La música es del Walter Heinze (1943-2005), guitarrista y compositor entrerriano.
Después del tiempo (zamba) es interpretada por Pablo Ascúa,
El prometido (chamamé) es interpretada por Heinze y Ascúa.

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Fantasías

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