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Amarres y desamarres. Bahía y Puerto de Montevideo
Imágenes de la Bahía y Puerto de Montevideo.
Monumento al Estibador
Obra en bronce de José Pagani.
Inaugurado en 1930.
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Las características favorables que presentaban la península y la bahía de Montevideo para la instalación de un puerto y de una plaza fortificada, fueron determinantes para la fundación de la ciudad de Montevideo. Plaza fortificada y puerto para controlar la entrada del Río de la Plata y del Paraná, y para ejercer un efectivo control de la Banda Oriental. Dada la importancia que había adquirido el puerto, ya en la época colonial, hacia fines del siglo XVIII, la ciudad tuvo un gran incremento de las actividades comerciales que caracterizaron su primer desarrollo económico.
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Ciudad Puerto. Historias del Plata
Imágenes de la Bahía y Puerto de Montevideo.
Audiovisual (9’03”)
Montevideo, Ciudad Puerto,
y el Río de la Plata,
ancho como mar.
Historias apenas,
de ordinaria utopía.
Fantasías y guitarras
del sentir rioplatense,
penas y esperanzas
de ayer y de hoy.
* Música:
1) El vuelo del zorzal (vals);
2) Madreselva (tango);
Interpretaciones musicales de
Locas Cuerdas Trío (Uruguay):
Andrés “Poly” Rodríguez (guitarra),
Carlos Gómez (guitarra),
Eduardo “Pata” Vila (guitarrón).
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Antigua grúa eléctrica en la plaza museo del área portuaria.
En el fondo, edificio de la Dirección Nacional de Aduanas.
Puerto de Montevideo.
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Ciudad Puerto
Compuse el texto pensando que pudiese ser un canto a mi gente,
pensando que pudiese narrar algo,
un apenas,
del sentir de nuestro pueblo rioplatense y latinoamericano.
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¡Cuántas penas,
alegrías cuántas,
encierran tus muelles,
encierra tu mar!
¿Cuántos llegaron?
¿Se fueron cuántos?
Sólo tú lo sabes, puerto,
lo saben tus muelles,
lo sabe tu mar.
Yo apenas sé, y sé hondo,
de manos alzadas,
de alguna vez que la mirada
extravié en tu mar;
apenas sé, pocas de tantas,
historias narradas,
de rostros de asombro,
de miradas perdidas,
de esperanzas y triste llorar.
Por eso me gusta
caminar por tus muelles,
hablarte de ésas,
mis historias apenas,
caminarte y mezclarme,
en tus historias tantas,
zambullirme en tu mar.
Montevideo, puerto,
Río de la Plata,
ancho como mar,
¿cuántas estelas,
cuántas manos alzadas,
están en tu mar?
quizás tus olas,
sin botellas,
son tu voz,
tu honda voz de mar.
¡Cuántas miradas vi!
-te escuchaban,
¡cuántas veces miré!
-quise escucharte.
Historias apenas, las mías,
de niño, con soles radiantes,
sin manos alzadas,
-no las veía,
sólo corretear,
escaleras y sogas,
y barcos enormes,
anclas y grúas,
caminar, de la mano,
abuelo que narra
su viejo escuchar.
Historias apenas, las mías,
que alzo la mano,
que llego y me voy,
historias apenas, las mías,
y aprendo a escucharte,
cielos azules y grises,
nubecitas y estelas
que dicen llego,
que dicen te vas.
¡Quiero escucharte,
puerto,
escuchar a tus muelles
y a las olas de tu mar!
Te escucho, no soy,
me zambullo, no soy,
quiero ser en tu mar.
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Crónicas urbanas. Colección “Montevideanas”
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